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32 días son los que llevo en Nicaragua, es la octava vez que vengo y siempre me duele la pobreza, mirarla y descubrirla cada vez más a fondo.

Estos días, me rondaba la cabeza una frase, un titulo para escribir todo o que vivo y me golpea en estos tiempos…. «la violencia de la pobreza». Para mi, venía resumiendo esa dimensión mas allá de la pobreza, que se descubre cuando vienes varias veces y ves como la gente muere por no ir al hospital porque no puede permitírselo: porque los caminos están malos, porque si vives en Agua Agria no hay camiones desde el viernes a las 3 de la madrugada hasta el lunes y son 15 kilómetros a pie hasta la carretera, porque el hospital solo tiene suero y lo tienes que comprar tu, porque está lleno de perros, gatos e insectos, porque para que te hagan una prueba tienes que comprar el sulfato que solo venden en Managua y que cuesta la mitad de lo que ganas en la cosecha de tres meses….

En fin, que venía pensando en lo hostil que es la vida de estas personas, y en la violencia que genera en ellas esta hostilidad. Eso hace que muchos padres y madres maltraten a sus hijos, que les den duro con un garrote o con una correa que solo con verla te estremece porque se les quemen los frijoles, lleguen tarde a casa, o simplemente sean «necios»,algo bien natural cuando eres chavalo.
Abusos, maltratos… Un niño de tres años que te cuenta sin pestañear como su mama «puñaleo» el sábado a su papa porque la estaba estrangulando.

Todo eso me pasaba por la mente, todo eso me estaba golpeando y desubicando sobre cómo actuar, cómo trabajar para combatir la desesperanza que provoca llevar 20 años comiendo frijoles y arroz, cuando se come, o eligiendo que hijo sigue estudiando la secundaria porque en la casa solo hay una bicicleta y no hay dinero para pagar el camión que le lleva a la escuela.

Hoy me ha golpeado algo distinto, en relación con esto que venía viviendo estos días.
Me ha hecho sentir mal, absurda y avergonzada de mi país, supuestamente «desarrollado y democrático», ver las cargas policiales contra los manifestantes en contra de la visita del Papa en Madrid, y ver las disputas entre mis contactos de facebook, la mayoría de mis veintiocho años para abajo.
No hemos vivido guerra, ni dictadura, nunca hemos pasado hambre ni hemos tenido que decidir si comer o tratar el cáncer de nuestra madre o abuela, porque no hay dinero para ambas cosas.
Pero si vivimos algo: vivimos el odio y el extremismo, estamos fomentando que la policía cargue de esa manera contra los manifestantes, vivimos en una sociedad que, por ejemplo en política descalifica por sistema al oponente en lugar de buscar un consenso, criticar de manera constructiva lo que nos parezca mal y -el aspecto tristemente mas olvidado- hacer algo de autocrítica.

Vivimos en la paja del ojo ajeno y la ignorancia de la viga en el propio.

Cada vez que hay críticas sacamos las uñas, descalificamos al que no piensa como nosotros y acabamos, aunque no queramos darnos cuenta, haciendo el ridículo con argumentos vanos o desprovistos de respeto.

Es violenta la pobreza. Hace que las personas sufran tanto que acaben haciendo sufrir también a quienes les rodean. Por decirlo de alguna forma, es una violencia «comprensible» aunque no sea justificable.

La nuestra no. Estamos dando pasos hacia atrás. No estamos queriendo respetar del todo el carácter laico de nuestra Constitución agarrándonos a que la mayoría de la población es católica, pero nos revolvemos en rabia si hablamos de cambiar aspectos que tengan que ver con la unidad del país.

Se nos está empezando a olvidar que la Constitución, la estabilidad, la paz… se basan principalmente en la búsqueda de un consenso, en ceder todos por el bien común.

La crisis nos está llevando cada vez mas al odio al diferente, al extranjero… la «lucha contra el terrorismo internacional» al odio al islámico y al árabe…

Perdemos poco a poco la capacidad de conciencia, de solidaridad, de empatía.

Hoy es con el Papa, y parece que queramos volver no a las guerras santas o a quemar a los herejes, pero sí a silenciarlos porque nos molesta que no piensen igual.
Mañana sera con los rojos, pasado con los fachas, los perroflautas, los 15M, los moros, los cristianos….

Quien sabe si nos pararemos a reflexionar o si simplemente reventaremos.